San Isidro y su ‘Robo del Siglo’ que Nunca Fue: Descubren un Túnel de 150 Metros bajo un Banco

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En lo que podría haber sido una versión moderna del famoso «Robo del Siglo» en Acassuso, la tranquilidad de San Isidro se vio sacudida por el descubrimiento de un túnel subterráneo de 150 metros, destinado aparentemente a irrumpir en la bóveda de un banco. Sin embargo, a diferencia del audaz golpe que marcó la historia en 2006, este intento quedó más cerca de una película de comedia que de un thriller de acción.

Todo comenzó con un hecho tan casual como insólito: un repartidor de materias primas, mientras esperaba para hacer una entrega, notó un ruido extraño en su vehículo. Al investigar, encontró una varilla metálica asomando entre los adoquines de la vereda frente a una sucursal del Banco Macro. Lo que parecía un simple obstáculo en la calle resultó ser la punta de un elaborado, aunque frustrado, plan para robar un banco.

Las autoridades rápidamente acudieron al lugar, y tras algunas excavaciones, descubrieron un túnel que, al igual que en el famoso robo de Acassuso, tenía como objetivo entrar a la caja fuerte de una entidad bancaria. Pero, a diferencia de aquellos ingeniosos ladrones que burlaron a la policía y se llevaron millones, este intento quedó truncado antes de que siquiera hubiera un sospechoso.

El túnel, que había sido cavado a más de tres metros de profundidad, tenía como objetivo la bóveda del Banco Macro, aunque en su trayectoria los cavadores casi pasan de largo, tal vez confundidos por la oscuridad de su propia obra. La situación se tornó tan curiosa que incluso el intendente de San Isidro, Ramón Lanús, se presentó en el lugar, comentando que gracias a la rápida intervención de la policía y la fiscalía, se había evitado lo que pudo haber sido un gran golpe.

Por ahora, no hay detenidos ni sospechosos, y el túnel queda como un testimonio subterráneo de un plan que, al menos por esta vez, no salió según lo previsto. Si bien la historia no terminó en un robo millonario, San Isidro tiene ahora su propia anécdota digna de ser contada, donde la vida imita al arte, pero con un final que, por fortuna, solo se presta para sonreír ante lo inverosímil del caso.