Juana Molina recordó el día en que Luca Prodan la defendió de un acoso

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En una entrevista rescatada de fines de los años 80, Juana Molina relató una anécdota que vivió junto a Luca Prodan, líder de Sumo, cuando el músico la defendió de una situación de acoso durante una noche en Buenos Aires.

En la charla con Hugo Guerrero Marthineitz, una joven Juana contaba:

“Salimos y Luca dijo ‘vamos a tomar una ginebra’. Le dije que estaba bien y nos metimos en un autito chiquitito, con un motor arreglado, y estaba este tipo que no sabía quién era. Un banana.”

Según recordó, el acompañante comenzó a sobrepasarse con ella durante el trayecto:

“El tipo me pone la mano en el muslo. Yo lo miré y Luca, desde atrás, dice: ‘Pero boludo, ¿no te das cuenta que ella no está acá por eso?’. Y lo frenó en seco.”

Molina destacó el gesto de Prodan, a quien consideraba un artista generoso y con una mirada muy distinta a la de muchos hombres de su tiempo. En distintas entrevistas, Luca ya había expresado su rechazo hacia el machismo arraigado en la sociedad argentina y en el ambiente musical. En su recordado diálogo para el programa Aerosol, el músico reflexionaba:

“El macho bonaerense trata mal a la mujer y después la mujer lo deja. Y después llora, toma y canta un tango. Siempre es un macho llorón cantando y llorando. ¿Por qué? Porque trató mal a su mujer. Tratala bien, loco, y por ahí te va bien. No llorás más.”

Años más tarde, Juana volvió a contar la escena en una entrevista con Rolling Stone, aportando más detalles de aquella noche:

“Nos subimos al auto de un tipo con un fitito tuneado. Yo iba adelante, Luca atrás. De golpe el tipo me empezó a tirar onda y me pone la mano en el muslo. Yo me quedé dura. Y cuando lo ve, Luca salta y le grita (imita su acento italiano): ‘¿Pero no te dasss cuenta que no quiere que la toques?’. El tipo no sabía dónde meterse. Y yo lo miraba a Luca sonriendo y pensaba: ‘¡Mi ángel de la guarda!’.”

Más de cuatro décadas después, la anécdota sigue circulando como testimonio del carácter y la sensibilidad de Luca Prodan, y como reflejo de una época en la que gestos como el suyo no eran tan habituales.