Ex rehén de Hamas: “¿Dónde estaba la ONU mientras sufríamos?”

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Con un relato desgarrador, el sobreviviente denunció la inacción de la ONU y de los organismos humanitarios durante su cautiverio de 491 días en Gaza. Su testimonio reaviva críticas sobre la eficacia de la organización en zonas de conflicto.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) se enfrenta una vez más a duras críticas por su desempeño en conflictos armados y crisis humanitarias. Esta vez, la denuncia llegó al corazón de su estructura: el Consejo de Seguridad. Allí, el ex rehén israelí Eli Sharabi, liberado hace menos de seis semanas, relató en términos conmovedores cómo pasó 491 días encadenado en túneles subterráneos de Gaza sin recibir la menor señal de auxilio por parte de la comunidad internacional.

“¿Dónde estaban las Naciones Unidas?”, preguntó con la voz firme pese a su apariencia frágil. “Pasé hambre, sufrí torturas y nadie vino a ver si aún estaba vivo. Nadie revisó en qué condiciones nos tenían”. Sharabi afirmó que la Cruz Roja tampoco hizo acto de presencia durante el tiempo que estuvo cautivo, y criticó “el doble discurso” de los organismos que, según dijo, “hablan de derechos humanos pero no actúan cuando más se necesita”.

Las reacciones en el Consejo de Seguridad fueron de profunda incomodidad. La ONU, que en repetidas ocasiones ha sido acusada de ineficiencia y burocracia excesiva, enfrenta cuestionamientos renovados sobre su rol en la supervisión y asistencia en zonas de conflicto. “El mundo nos olvidó”, insistió Sharabi, quien calificó de “espectáculo macabro” la liberación que Hamas organizó para su salida.

Un cautiverio ejemplifica la polémica

La historia de Sharabi, aunque personal y marcada por el dolor, pone en primer plano un reclamo más amplio: la aparente falta de respuesta de los mecanismos internacionales para proteger a civiles capturados en conflictos. El ex rehén —quien vivía con su esposa y dos hijas cerca de la frontera con la Franja de Gaza— fue secuestrado el 7 de octubre de 2023 durante un violento ataque de Hamas a su comunidad. Separado de su familia, pasó primero 52 días hacinado en un departamento y luego fue encadenado 50 metros bajo tierra, donde la escasez de alimento y las torturas se prolongaron por más de un año.

“Tenía la esperanza de que, en algún momento, alguien interviniera. Pero nada llegó”, resumió. El desenlace fue doblemente trágico para Sharabi: al volver a Israel, descubrió que su esposa e hijas habían sido asesinadas el mismo día del secuestro.

Críticas al aparato internacional

Más allá de la conmoción por el caso, el debate se centra en la respuesta (o la falta de ella) de la ONU y las organizaciones humanitarias en situaciones extremas. Varios diplomáticos presentes en el Consejo de Seguridad reconocieron la necesidad de revisar los protocolos de actuación, pero evitaron dar declaraciones concretas tras la presentación de Sharabi.

La ONU ha enfrentado controversias similares en otros conflictos, donde la falta de celeridad y el peso de la burocracia han bloqueado o retrasado acciones urgentes. En este caso, la denuncia apunta directamente a la inacción en una crisis con rehenes, un escenario que plantea graves violaciones a los derechos humanos básicos.

El llamado final: “Traigan a todos a casa”

En el cierre de su breve pero contundente exposición, Sharabi se dirigió a los principales líderes presentes: “No soy un diplomático, soy un sobreviviente. ¿Realmente creen en los derechos humanos? Entonces traigan a todos los secuestrados de vuelta”.

Hasta el momento, la ONU no ha anunciado medidas específicas tras estas declaraciones, pero el testimonio de Sharabi reaviva una discusión pendiente sobre las responsabilidades y limitaciones de los organismos internacionales en el corazón mismo de los conflictos bélicos y las crisis humanitarias.