Rosalind Franklin, la científica que fotografió por primera vez el ADN

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Hace 70 años, la científica británica Rosalind Franklin hizo historia al obtener la primera imagen de la estructura del ADN. Su trabajo permitió revelar la forma helicoidal que hoy se reconoce como símbolo universal de la vida. Sin embargo, su nombre tardó décadas en recibir el reconocimiento que merecía.

Nacida en Londres en 1920, Franklin mostró desde muy joven un interés profundo por la ciencia. Inspirada por una conferencia de Albert Einstein y formada en la misma universidad que Isaac Newton, se graduó en Ciencias Naturales en la Universidad de Cambridge. Allí comenzó una carrera marcada por la determinación y el talento, en una época en la que las mujeres debían superar enormes barreras para dedicarse a la investigación.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Franklin trabajó en la Asociación Británica para la Utilización del Carbón, donde sus estudios sobre la estructura química del material fueron esenciales para la industria y le valieron su doctorado. Más tarde, en Francia, en el Laboratorio Central de Servicios Químicos del Estado, encontró un ambiente más inclusivo y descubrió su gran herramienta de trabajo: la difracción de rayos X, técnica con la que se convertiría en una de las mayores especialistas del mundo.

De regreso en Inglaterra, en 1951 ingresó al King’s College de Londres, donde aplicó esa técnica al estudio del ADN. Junto a su estudiante Raymond Gosling, logró capturar imágenes inéditas que revelaban la estructura helicoidal de la molécula. Una de ellas, la famosa Fotografía 51, fue clave para descifrar el modelo de doble hélice.

Sin embargo, sus hallazgos fueron utilizados sin su consentimiento por James Watson y Francis Crick, quienes en 1953 publicaron el trabajo que les valió el Premio Nobel de Medicina una década más tarde. Franklin, en cambio, no recibió crédito en vida por su aporte fundamental al descubrimiento.

Lejos de abandonar la ciencia, se incorporó luego al Birkbeck College, donde investigó sobre la estructura de virus como el de la polio y el del mosaico del tabaco, contribuyendo nuevamente al avance de la biología molecular.

En 1956 fue diagnosticada con cáncer de ovario, probablemente a causa de la exposición a radiaciones durante sus experimentos. Continuó trabajando hasta poco antes de su muerte, el 16 de abril de 1958, a los 37 años.

Hoy, siete décadas después de aquella fotografía que cambió la historia de la ciencia, el legado de Rosalind Franklin se reconoce como el de una pionera que abrió camino para generaciones de científicas y cuyo trabajo fue esencial para comprender la estructura de la vida.