Un fondo buitre ha decidido volar alto y echar sus garras sobre el oro del Banco Central de Argentina. En esta precuela del embargo, el famoso Bainbridge Fund ha solicitado a la jueza Loretta Preska que le cuente todo sobre el volumen y el destino del dorado metal que los argentinos guardan con tanto recelo.
Todo empezó cuando este fondo, que ya tiene una sentencia firme a favor por la friolera de 95 millones de dólares en juicios previos contra Argentina, se dio cuenta de que el prestamista podría estar usando ese oro como un gato entre las nubes. En su último alarde, el fondo pide a la jueza que fuerce al Banco Central a revelar la cantidad de oro que tiene, y lo que es más intrigante: a dónde ha volado ese oro.
La razón detrás de esta súbita búsqueda del tesoro es que, aparentemente, los errores de Luis Caputo, el ministro de Economía, han dejado las reservas argentinas más descubiertas que un secreto a voces. Después de nueve meses de declaraciones que han desdibujado las fronteras entre el Banco Central y el Tesoro Nacional, los buitres están más que dispuestos a dar el golpe final en su misión de embargar todo lo que se pueda.
Este mismo fondo, que ahora parece haber desarrollado un gusto por la adrenalina, había solicitado previamente que Argentina entregara su participación en YPF como si fuera una prenda más de un préstamo. Al parecer, la situación de la deuda es un juego de uno de esos pasatiempo familiares, donde uno va entregando las fichas hasta que pierde la partida.
El Bainbridge Fund quiere hacerse con el oro tras enterarse de que durante el último tiempo se han realizado misteriosos envíos de este metal precioso al exterior, con rumbo a Londres y, quién sabe, quizás a Suiza. No hay nada como el misterio para poner el zumbido en el aire financiero. ¿O será que alguien pensó que el oro argentino necesita unas vacaciones en el extranjero?
Mientras tanto, en el mundo del derecho internacional, la defensa argentina hace agua. «El BCRA es el alter ego del Tesoro», dirán los buitres con tono amenazante, aludiendo a que las reservitas de oro no están tan a salvo como pensaba el pueblo. Y aunque Argentina había defendido históricamente la independencia del Banco Central, las constantes confusiones provocadas por Milei y Caputo han dejado las defensas más débiles que un castillo de naipes.
Así que, en resumen, el drama se intensifica y el oro está bajo la lupa. El gobierno de Milei, que busca la ayuda de créditos externos como quien busca un calzón de la suerte, sigue recibiendo dolores de cabeza en lugar de alivio financiero. Pero, bueno, ¿qué sería de nuestra querida Argentina sin unos buenos giros inesperados y un par de buitres al acecho? ¡Que comience el espectáculo!