Este 17 de abril se celebra el Día Mundial del Malbec, una fecha que rinde homenaje a la cepa insignia del vino argentino. Aunque su origen es francés, fue en nuestro país donde el Malbec encontró su mejor versión, y hoy representa gran parte de nuestra identidad vitivinícola en el mundo.
A lo largo de casi dos siglos, el Malbec atravesó un recorrido lleno de transformaciones. Desde sus primeros pasos a mediados del siglo XIX, cuando el agrónomo Michel Aimé Pouget la trajo desde Francia por iniciativa de Sarmiento, hasta convertirse en símbolo de calidad internacional, hubo hitos y etiquetas que marcaron un antes y un después.
De cepa secundaria a protagonista
Durante décadas, el Malbec fue una uva más dentro de cortes que intentaban imitar los vinos europeos. No aparecía en etiquetas ni era valorada como varietal. Sin embargo, algunas bodegas ya la usaban a principios del siglo XX: Luigi Bosca guarda botellas de 1912 sin etiquetar, y se conservan registros de premios obtenidos por vinos “Malbeck” ya en los años ‘30. Aun así, por mucho tiempo fue considerado un vino “común”.
Recién en los años ‘70 algunas bodegas comenzaron a prestarle atención, y para los ‘90 se produjo el verdadero despegue. En ese proceso fue clave el trabajo de Nicolás Catena, quien apostó por vinificar el Malbec como varietal de alta gama, posicionándolo como carta de presentación del vino argentino al mundo.
El salto internacional
En 1971, Norton exportó por primera vez un Malbec puro a Estados Unidos. Poco después, Bodegas Weinert lanzó su icónico Estrella 77, de la mano del legendario enólogo Raúl De la Mota. Y en los ‘90, Catena Zapata marcó un hito con el Angélica Zapata Malbec, que luego daría lugar a etiquetas tan reconocidas como el Malbec Argentino y los vinos de parcela de Adrianna Vineyard.
En 2018 llegó uno de los reconocimientos más importantes: por primera vez, un Malbec argentino obtuvo los 100 puntos de Robert Parker, uno de los críticos más influyentes del mundo. Fue el Adrianna Vineyard River Stones Malbec 2016, elaborado por Alejandro Vigil. A partir de entonces, los premios internacionales se volvieron moneda corriente, con bodegas como Zuccardi entre las más destacadas.
Malbec sin fronteras
El Malbec argentino sigue explorando nuevos caminos. Existen etiquetas orgánicas desde los años ‘90, como las de la bodega Nanni en Salta. Otras apuestan por la altura extrema, como Colomé, que plantó viñedos a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar. Y también está la búsqueda hacia el sur: Humberto Canale fue pionera en Río Negro, y hoy Otronia produce el Malbec más austral del mundo, en Chubut.
Con historia, innovación y diversidad, el Malbec argentino sigue escribiendo su historia. Y lo mejor, como siempre, está por descorcharse.