Después de cuatro décadas atrapada en la nieve y el hielo del volcán Tupungato, la emblemática mochila azul de Guillermo Vieiro finalmente regresó con su familia. Sus hijas, Azul y Guadalupe Vieiro, encabezaron una expedición de nueve días para recuperarla, en un operativo que combinó emoción, desafío y homenaje a su padre, un ícono del montañismo.
Un hallazgo inesperado y una misión de rescate
Guillermo Vieiro, apodado el “Domador del Aconcagua”, perdió la vida en enero de 1985 a los 44 años, junto a su compañero Leonardo Rabal, mientras descendían por una de las rutas más hostiles del Tupungato. Aunque sus cuerpos fueron recuperados semanas después, su mochila quedó allí, sepultada por la nieve durante cuatro décadas.
El destino quiso que en febrero del año pasado, el calentamiento global la hiciera emerger. Fue la guía de montaña Gabriela Cavallaro quien la divisó a lo lejos en medio de los glaciares. Reconociendo su valor histórico y emocional, compartió la imagen con la familia de Vieiro, iniciando así la planificación de la expedición de rescate.

«¡Bajamos la mochi!»
El 16 de febrero, Azul y Guadalupe, junto a cuatro guías de montaña y un equipo audiovisual, emprendieron el desafío. Nueve días después, lograron lo que para ellas y para la comunidad montañista ya es un hito: recuperar el último recuerdo tangible de su padre en la montaña.
Guadalupe fue la encargada de dar la noticia a su hermano Rodrigo con un mensaje breve pero contundente: «¡Bajamos la mochi!». Unas palabras cargadas de emoción, que sellaban un capítulo pendiente en la historia de la familia.


Un legado que sigue vivo
Hoy, en Puente del Inca, la familia Vieiro inmortalizó este emotivo rescate con una placa conmemorativa. La mochila azul, que resistió 40 años en la cordillera, ya está de regreso con su familia, como un testimonio de la pasión y el legado de Guillermo Vieiro, el hombre que conquistó el Aconcagua por todas sus rutas y dejó su huella imborrable en la historia del montañismo.
