En un significativo cambio de mando, el Gobierno ha decidido reestructurar su Gabinete. Federico Sturzenegger, conocido por su papel en la Ley Bases y el megaDNU, asume la tarea de desguazar el Estado y avanzar en el plan de privatizaciones. Este movimiento promete revitalizar la administración pública, aunque su histórica enemistad con Luis Caputo anticipa posibles disputas internas. Al mismo tiempo, el flamante jefe de Gabinete, Guillermo Francos, se enfrenta al desafío de reforzar la articulación política y recuperar la confianza perdida tras la salida de Nicolás Posse, cuyo mandato estuvo marcado por la acumulación de poder y acusaciones de espionaje.
Crisis y Reestructuración
El Presidente ha encomendado a Federico Sturzenegger la misión de desarmar el Estado y sanear las empresas públicas. Este exfuncionario, reconocido por sus medidas drásticas y su enfoque en la desregulación, buscará simplificar la normativa pública y eliminar la burocracia. Su incorporación al Gabinete es una clara señal de la intención del Gobierno de avanzar rápidamente en las reformas, a pesar de las posibles fricciones con Caputo, el ministro de Economía.
Guillermo Francos, por su parte, llega con el objetivo de mejorar la coordinación política. El Presidente confía en que Francos, con su perfil dialoguista, pueda acelerar los acuerdos legislativos necesarios para impulsar la Ley Bases, bloqueada en el Congreso. Este movimiento también responde a la necesidad de descentralizar la gestión, devolviendo competencias a los ministerios para agilizar la administración pública.
Descentralización y Nuevos Roles
Entre las responsabilidades que se delegarán están el control de empresas estatales como Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino y Arsat. Estos sectores, que habían sido centralizados bajo Posse, ahora serán redistribuidos para mejorar la eficiencia. Sturzenegger, junto a su equipo de confianza, incluido Maximiliano Fariña y Lucas Llach, se encargará de la Secretaría de Empresas y Sociedades del Estado.
Conflictos Internos y Espionaje
La relación entre el Presidente y Nicolás Posse se había deteriorado considerablemente, culminando en su salida abrupta. Acusaciones de espionaje ilegal y conspiraciones internas marcaron el final de su gestión. Según informes, Posse habría ordenado espionaje a miembros del Gabinete, incluido Karina Milei, y presuntamente conspirado para instalar micrófonos en el despacho presidencial. Estos eventos precipitaron su destitución y la necesidad de una reorganización inmediata.
Acelerando la Articulación Política
Francos ha comenzado su gestión con una serie de reuniones destinadas a tender puentes con la oposición aliada y mejorar la comunicación dentro del Gabinete. En un gesto simbólico, llevó a los ministros a una confitería del centro porteño para mostrar una nueva etapa de apertura y diálogo. Esta estrategia busca diferenciarse de la gestión anterior y subrayar el compromiso del Gobierno con la transparencia y la cooperación política.
El Futuro de la Administración
El Presidente, actualmente de viaje en Estados Unidos, envía un mensaje claro: a pesar de las turbulencias internas y las resistencias, su administración sigue comprometida con su plan de reformas. La incorporación de Sturzenegger refuerza este compromiso, indicando que, pese a las dificultades, el Gobierno no se desviará de su ruta original. Este proceso de reestructuración apunta a optimizar la administración pública y acelerar las reformas económicas necesarias para enfrentar los desafíos actuales.
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