El domingo por la tarde, un vuelo de Aerolíneas Argentinas que iba de Ushuaia a Buenos Aires se convirtió en el escenario de una trama que ni los guionistas de Hollywood hubieran imaginado. Todo comenzó cuando Carmen Barbieri y Marcelo Polino, que viajaban en el mismo avión, compartieron en sus redes que el vuelo había sido evacuado por una amenaza de bomba. Lo que ninguno sabía en ese momento era que la verdadera historia detrás del caos era más absurda de lo que parecía.
Horas después, un legislador libertario de Tierra del Fuego, Agustín Coto, se convirtió en el inesperado protagonista de esta comedia de enredos. En su cuenta de X, confesó lo que había vivido: “Me pasó algo surrealista”, escribió, como si hubiera salido de un episodio de «La Dimensión Desconocida».
Resulta que un pasajero brasileño, al parecer con más imaginación que un escritor de thrillers, notó que el hombre sentado a su lado miraba algo sospechoso en su celular, algo que a su juicio parecía relacionado con la fabricación de bombas. Ni corto ni perezoso, alertó a una azafata, quien puso en marcha el protocolo de seguridad. El comandante no tardó en ordenar que el avión volviera al aeropuerto de Ushuaia, dejando a todos los pasajeros, incluidos los desprevenidos Barbieri y Polino, en el más absoluto desconcierto.
Una vez en tierra, Coto relató cómo se fue desenvolviendo esta escena digna de un sketch de comedia. “El sujeto que estaba sentado al lado mío, en pleno despegue, se levanta y se va corriendo para atrás», recordó Coto, que en ese momento ya tenía una mezcla de miedo y curiosidad. Minutos después, el comandante anunció que debían regresar al aeropuerto, sin dar más explicaciones. Coto, quien pensaba que todo era un mal sueño, nunca sospechó lo que vendría después.
Al llegar al aeropuerto, la Policía de Seguridad Aeroportuaria subió al avión con toda la seriedad del caso. Fue en ese instante cuando Coto se encontró en el papel del villano involuntario: «¡Se llevan a un tipo que resulté ser YO!», exclamó, seguramente pensando que su día no podía ser más surrealista.
La policía lo retuvo mientras realizaban el operativo, y Coto, sin salir de su asombro, preguntó por qué lo acusaban. La respuesta fue tan inesperada como absurda: “¡Mi vecino de asiento me acusó de llevar una bomba!”, reveló. El motivo de la confusión se debió a que el pasajero brasileño creyó que Coto estaba viendo tutoriales sobre cómo fabricar explosivos, cuando en realidad solo jugaba a un inocente videojuego llamado Monster Demolition.
Finalmente, después de horas de incertidumbre, el vuelo despegó a las 20:00, aunque el pasajero brasileño prefirió no continuar el viaje, quizás por miedo a que Coto estuviera planeando demoler algo más que monstruos en su celular. “Muy recomendable el jueguito, pero lo que no es recomendable es viajar sentado al lado de un colifa brasileño”, concluyó Coto, quien ahora tiene una anécdota que contar en cada reunión social, probablemente entre risas y con una cuota de incredulidad.