Científicos buscan explicar la aparición del pez diablo negro en Tenerife

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Este ejemplar, que normalmente habita en profundidades de hasta 4.000 metros, emergió a la superficie de manera inusual, desatando interrogantes sobre las razones detrás de su ascenso.

Un avistamiento inesperado

Todo comenzó cuando Laia Valor, bióloga marina, divisó un extraño ser negro flotando en el agua mientras navegaba a bordo de una zodiac a unos 2 kilómetros de la costa sur de Tenerife. “Mira, ahí hay algo negro”, comentó. Aquel 26 de enero, Marc Martín, propietario de la embarcación, y sus acompañantes habían salido en busca de tiburones sin mucho éxito.

Al observarlo más de cerca, Martín se dio cuenta de que se trataba de un pez diablo negro, una especie adaptada a la oscuridad y a la presión extrema del fondo marino. Lo que más le sorprendió fue que el animal aún estuviera vivo. “Estos peces tienden a ir hacia abajo, pero este, en cambio, intentaba huir hacia arriba”, relató. “Lo sumergíamos un metro y automáticamente iba como un tiro a pegarse a la superficie, como si tuviera un trastorno sensorial o estuviera huyendo de algo”.

¿Un ‘refugiado’ de las profundidades?

Los científicos han barajado diversas hipótesis para explicar su presencia en la superficie. Una de ellas sugiere que pudo haber sido expulsado por un depredador tras ser ingerido, aunque Martín lo considera poco probable. “Es típico observar animales de profundidad por persecución, empiezan a subir y llega un momento en que ya no pueden regresar. Así que más que visitante de otro mundo, diría que es un refugiado de otro mundo”, señaló.

El pez falleció pocas horas después de ser extraído del mar y fue trasladado al Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA) para su conservación. Alejandro de Vera, responsable de biología del museo, afirmó que el espécimen no presentaba daños externos visibles. “Si ha sido depredado y luego expulsado el pez presentaría algún tipo de marca, como hemos visto otras veces. Otra cosa es que tuviera alguna infección o alguna patología interna que desconozcamos”.

El museo identificó la especie como Melanocetus johnsoni, una hembra adulta de aproximadamente ocho o nueve centímetros. Por el momento, no será exhibida al público, aunque podrían considerarlo debido a la repercusión del caso.

Un viaje fuera de su hábitat

Pepe Templado, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), sostiene que la criatura pudo haber sufrido una alteración sensorial que le provocó desorientación. “Son casos muy aislados de alguna enfermedad que les hace desorientarse, pero no es algo habitual”, afirmó. Sin embargo, advirtió que el fenómeno podría estar relacionado con cambios en las cadenas tróficas y las corrientes marinas.

Pedro Pascual, especialista del Centro Oceanográfico de Canarias (CSIC), señaló que cualquier variación en las condiciones del hábitat de estas especies puede provocar disfunciones fatales. “Estas especies están tan bien adaptadas a unas condiciones muy severas, con temperaturas no mayores de 4ºC, oscuridad absoluta, alta presión en el medio acuático donde viven debido al enorme peso del agua que está sobre sus cabezas”, explicó. Para este animal, “todo lo que sea salir de su zona es como para nosotros ir a Júpiter”.

En cuanto a las causas de su ascenso, Pascual descartó la teoría de que escapaba de un depredador. “Si fuese ese el caso, tendríamos muchos más avistamientos, porque el ataque de predadores sobre presas es continuo”. En su opinión, una posibilidad es que fuera arrastrado accidentalmente por aparejos de pesca de gran profundidad, comunes en la zona.

El fenómeno del ‘ascensor marino’

Josep Maria Gili, investigador del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (CSIC), propuso otra hipótesis: el pez podría haber sido impulsado por una corriente ascendente. “Hay un fenómeno por el que algunos organismos abisales llegan a veces a las playas, y por eso se llama beaching”, explicó. “Cuando las aguas superficiales son más cálidas, las aguas profundas surgen como afloramientos hacia la superficie y actúan como chimeneas que arrastran cualquier animal de profundidad”.

Este fenómeno es más frecuente de lo que se cree, aunque rara vez hay testigos para documentarlo. En el caso de Tenerife, la estructura submarina de la isla favorece este tipo de surgencias.

Gili recordó que, en el siglo XIX, el naturalista alemán Ernst Haeckel dibujó criaturas marinas extrañas, lo que llevó a algunos a pensar que eran invenciones. Sin embargo, hoy se sabe que trabajaba en una zona donde estos fenómenos ocurren con frecuencia. “Esta ha sido una magnífica oportunidad porque ha habido alguien que lo ha visto y lo ha reportado”, concluyó el investigador. “Pero quién sabe cuántas criaturas que no conocemos nos esperan allá abajo y suben alguna vez a la superficie sin que nadie las encuentre”.