La inflación ha sido una de las problemáticas económicas más persistentes en la historia de Argentina. A lo largo de las décadas, el país ha atravesado períodos de estabilidad y crisis, con gobiernos de diferentes signos políticos que intentaron contener la escalada de precios mediante diversas estrategias. Sin embargo, la inflación sigue siendo un desafío estructural que impacta en la vida cotidiana de los argentinos, erosionando el poder adquisitivo y generando incertidumbre en la economía.
En esta nota, repasamos la evolución de la inflación en Argentina desde sus orígenes hasta la actualidad, analizando sus causas, consecuencias y las medidas tomadas para combatirla.
Inflación en Argentina: un problema de larga data
La inflación en Argentina no es un fenómeno reciente. Sus orígenes pueden rastrearse al siglo XX, cuando el país comenzó a experimentar ciclos de expansión y crisis económicas marcadas por el déficit fiscal y la emisión monetaria.
Durante la primera mitad del siglo XX, la inflación era moderada y no representaba un problema estructural. Sin embargo, en la década de 1940, con el gobierno de Juan Domingo Perón, comenzaron a implementarse políticas de fuerte intervención estatal, aumento del gasto público y controles de precios que, aunque impulsaron la industrialización, también generaron presiones inflacionarias.
La situación se agravó en los años posteriores, cuando Argentina empezó a acumular déficits fiscales y recurrir a la emisión monetaria para financiar el gasto público.
Hiperinflación y Convertibilidad: dos extremos de la historia
Uno de los momentos más críticos de la historia inflacionaria argentina fue a finales de la década de 1980, durante el gobierno de Raúl Alfonsín. En 1989, la inflación alcanzó el 4.923% anual, sumiendo al país en el caos económico y social. Este período de hiperinflación provocó la renuncia anticipada del presidente y el ascenso de Carlos Menem, quien implementó un drástico plan de estabilización basado en la Convertibilidad.
La Ley de Convertibilidad de 1991, impulsada por Domingo Cavallo, estableció una paridad fija de 1 peso = 1 dólar, respaldada por reservas en el Banco Central. Este sistema logró reducir la inflación a niveles mínimos durante casi una década, pero a costa de un fuerte endeudamiento y una pérdida de competitividad económica. La Convertibilidad terminó colapsando en 2001, con la crisis del «corralito» y el default de la deuda externa.
De la post-crisis a la inflación persistente (2002-2024)
Luego de la crisis de 2001, el gobierno de Eduardo Duhalde devaluó el peso en 2002, lo que provocó una fuerte suba de precios y una inflación anual del 41%. Sin embargo, gracias a un contexto global favorable y a políticas económicas expansivas, Argentina logró una recuperación rápida con tasas de crecimiento elevadas entre 2003 y 2007, bajo la presidencia de Néstor Kirchner.
A partir de 2007, con la llegada de Cristina Fernández de Kirchner al poder, el país volvió a experimentar un crecimiento de la inflación, agravado por el intervencionismo estatal y la manipulación de los datos oficiales del INDEC. Durante el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), la inflación siguió en aumento debido a la eliminación de subsidios, la suba de tarifas y el alto endeudamiento.
Con la llegada de Alberto Fernández en 2019, la pandemia de COVID-19 y las restricciones económicas llevaron a una aceleración inflacionaria aún mayor. En 2023, la inflación anual superó el 200%, marcando uno de los índices más altos en décadas.
En 2024, con la presidencia de Javier Milei, el gobierno implementó un plan de ajuste con reducción del gasto público, desregulación de la economía y apertura de importaciones. Aunque la inflación mostró signos de desaceleración en los primeros meses, persisten desafíos estructurales que generan incertidumbre sobre el futuro.
Impacto social de la inflación
La inflación no solo afecta la macroeconomía, sino también la vida cotidiana de los argentinos. Algunos de sus efectos más visibles son:
- Pérdida del poder adquisitivo: Los salarios suelen quedar rezagados frente al aumento de precios, reduciendo la capacidad de compra de la población.
- Aumento de la pobreza: La inflación golpea con más fuerza a los sectores vulnerables, ya que encarece productos básicos como alimentos y medicamentos.
- Dolarización de la economía informal: Ante la pérdida de confianza en el peso, muchas transacciones comienzan a realizarse en dólares o en criptomonedas.
- Falta de previsibilidad: La inestabilidad de precios dificulta la planificación tanto de empresas como de familias, afectando la inversión y el crecimiento.
Conclusión: ¿Hay una salida para la inflación en Argentina?
La inflación es un problema complejo que ha acompañado a Argentina por décadas. Si bien ha habido períodos de estabilidad, el país no ha logrado encontrar un modelo económico sostenible que garantice precios estables sin recurrir a ajustes extremos.
Los especialistas coinciden en que la solución pasa por un equilibrio fiscal, una política monetaria responsable y reformas estructurales que permitan recuperar la confianza en la moneda local. Sin embargo, los desafíos políticos y sociales hacen que el camino hacia una economía más previsible siga siendo incierto.
Mientras tanto, los argentinos continúan buscando formas de adaptarse a una realidad donde la inflación es parte del día a día, esperando que en algún momento la estabilidad económica deje de ser solo una promesa.