Aunque la vasta mayoría de los argentinos jamás lo conoció y quienes fueron testigos de su ascenso tienen hoy más de ochenta años, Juan Domingo Perón permanece como una figura central en la política argentina a medio siglo de su fallecimiento. Fundador del peronismo en 1945, Perón no solo se convirtió en el único presidente argentino elegido en tres ocasiones, sino que también dejó una huella imborrable en la vida política del país, trascendiendo incluso periodos de proscripción y alternancias de gobierno.
El peronismo, un movimiento perdurable
El movimiento que Perón creó ha dominado la escena política argentina desde sus inicios. A pesar de los cambios en el panorama político, como la reciente elección del economista outsider Javier Milei, quien derrotó al candidato peronista en los comicios presidenciales de noviembre, el peronismo sigue siendo una fuerza crucial. Las mayorías peronistas en ambas cámaras del Congreso explican la dificultad del actual presidente para aprobar leyes y la dilución de la propuesta original de la llamada Ley Bases del gobierno libertario.
Una influencia que se extiende
El poder del Partido Justicialista (PJ) se manifiesta no solo en el ámbito legislativo, sino también a nivel provincial y municipal, donde gobierna en un tercio de las provincias y en la mayoría de las intendencias del país. Su influencia se hace sentir igualmente en el movimiento sindical, un bastión peronista desde los días de Perón.
La raíz de su relevancia
¿Por qué sigue siendo Perón una figura tan relevante? Según María del Mar Solis Carnicer, historiadora de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), la clave está en la «adhesión emocional» que Perón generó entre amplias capas de la sociedad que antes habían sido ignoradas. Al igual que Milei, Perón emergió como un outsider en la política, consolidando su popularidad desde el Departamento Nacional del Trabajo, base desde la cual construyó su relación con los trabajadores, conocidos como «descamisados». Esta movilización, especialmente visible el 17 de octubre de 1945 durante el Día de la Lealtad Peronista, marcó el nacimiento del peronismo como fuerza política.
Un legado de bienestar
Perón es recordado por la «democratización del bienestar», que incluyó la ampliación de derechos laborales, la industrialización y la nacionalización de empresas, así como la redistribución del ingreso. Su administración garantizó el pleno empleo, acceso a la vivienda, salud y educación para los sectores más vulnerables. El Estado de bienestar que promovió, con iniciativas como la gratuidad de la enseñanza universitaria y las campañas de vacunación masivas, sigue siendo un pilar de la identidad peronista.
División y oposición
Sin embargo, Perón también ha sido objeto de críticas. Sus detractores lo acusan de clientelismo y medidas «populistas» que, según argumentan, han generado un enorme Estado de bienestar que contribuye a la constante crisis económica de Argentina. Además, su estilo autoritario y el culto a su figura, que incluyó la persecución de opositores y la censura de la prensa, son aspectos controvertidos de su legado.
Un líder único
La perdurable influencia de Perón puede atribuirse, en gran parte, a su carisma y pragmatismo. «No hubo en Argentina otro líder político como Perón», sostiene Solis Carnicer. Su figura ha sido invocada por políticos de todas las tendencias, desde neoliberales como Carlos Menem hasta sectores más radicales, lo que subraya la capacidad de Perón para representar diversas facetas y posiciones ideológicas.
A 50 años de su muerte, Juan Domingo Perón sigue siendo una figura polarizadora y esencial en la política argentina, un testimonio de su capacidad para inspirar tanto devoción como controversia en el país.